Hombre tan delgaducho como erguido,
de mirada picante y vacilona,
pura palabrería que es burlona,
con su traje arrugado y desteñido.
En la cantina siempre muy bebido,
el codo en posición, mano temblona,
al pensar que un buen trago no traiciona,
hombre de mil batallas y aguerrido.
Para el gaznate buen vino oloroso,
con aliento a mollate del barato,
pobre diablo con pinta de chismoso.
Camino sin retorno es su retrato
y muchas son las penas del vicioso,
en su mundo, tendrá con Dios un trato.