No hay camino hacia mi casa
las callejuelas se mezclan en medio de la noche
en una, aturdida,
surge una figura evocando a un niño
en otra, desorientada,
la sombra sin contorno, susurra un pasado
en la primera,
las piedras, son portadas de libros, de poesías sin acentos
en la segunda,
la vereda, son manos que estrangulan los nombres
que asfixian las memorias
La calzada, parece iluminada por una luna de asedio
que se pierde entre faroles
como iluminando el cementerio
a lo lejos, donde ya no queda cielo
las estrellas son hoyos profundos
lacerando los recuerdos
Briznas de polvo, como profecías de desiertos
cierran los párpados, a la espera de proverbios
donde la ciudad me consume, entre edificios y silencios
y el camino se pierde, dejándome sin aliento
Ya no hay casa, no hay trayecto
ni alfombras de versos que nos marquen un sendero
sólo quedan pensamientos
que se desangran como carne,
abandonada de nuestros huesos
Ya no hay camino, no hay casa
no hay cuerpo
ya no pronuncio nombres
no te busco,
no te encuentro