A DORITA LA SACAN DE PASEO
Eran tres hermanas, que compartían muchas cosas, menos los hombres de cada una. Existían códigos, estaba implícito no invadir ese territorio.
Una vez Loly, que era la menor, dispuesta a satisfacerse sola su sed de pasión, encontró en Dorita una pronta respuesta.
Quedó asombrada, cuando la peludita, de cuatro patas, Dorita, supo introducir su lengua en sus genitales. Tal vez, ella, no era la primera en su núcleo familiar, en pedir esos favores…
Fue una corta etapa de su vida, en que compartieron con Dorita, ese mutuo regocijo y una vez más otro secreto de familia, que se mantuvo en aquello de que: DE ESO NO SE HABLA, SE HACE.
Su familia era bastante prejuiciosa y habían aprendido a lo largo de la vida, a mantener las formas…
Apariencias que se desvanecían, al primer toque de puerta, que hacía algún joven.
Eran atentas y le servían el té, con discreción, en vajilla de porcelana. Cada una, en lo suyo, con distinta forma de seducción.
Como vivían alejadas de la ciudad, en la cima de una colina, rápidamente pasaron en el pueblo a denominarlas “las bellas mujeres de la colina”