Vuelve a mí la dulce vida
Como regresa cantar al orden matorral
Que los azulados arpegios
Y los espléndidos sueños
Verdosos y de frescura divina
No alivianan...
¡No alivian nada el destierro de mi decepción!
No amortiguan el derrochado peso
De los cielos la maldición de mi caída...
Vuela lejos al océano sobre una alabanza
Conduce tus lágrimas de migraña embotellada
Que yo me ocupo de mi vasto sufrir
Me llevo el cristal de mis valientes espadas
Y mis distantes redobles bélicos de hiper ultratumba.