Alimentarse de ausencia, de ansiedad y vacío;
Mirar el suicidio lento de las horas.
Querer acelerar el segundero sin demoras,
Para volver a sembrar tras el estío.
Y no saber ya que hacer tras hacer todo;
Sentir que está lleno de nada el mundo;
Intentar siempre encontrar el modo
De no descubrirse vagabundo.
Dormir a saltos y con los ojos bien abiertos,
Con la ilusión constante de tocarte ahí en el sueño
Y en este afán volar contigo a tantos puertos.
Retar las circunstancias con el ceño;
Nombrar tu nombre para poblar este desierto
Y despertar contigo al fin risueño.