Alberto Solak

Poema al lápiz

Poema al lápiz

Envuelto en mutismo y anonimato

ha enarbolado gritos de libertad.

Quinientos años han pasado desde su nacimiento

y sigue tan jovial como si tuviera veinte.

Camisas de cedro de incienso tiene,

una que otra de pino, abeto y ciprés.

El hidalgo Don Quijote, Hamlet y

el Conde de Montecristo

son algunos de sus hijos inmortales.

Su negro corazón ha trazado los poemas

más hermosos de la humanidad.

Él ha registrado la vida de los miserables,

la crónica de una muerte anunciada,

el trágico relato de una gallina degollada,

y los cien años de soledad,

desde que Úrsula y José Arcadio

huyeron de la Sierra para evitar

una cola de cerdo en su prole.

América toda, desde Alaska hasta la Patagonia,

le da las gracias por perpetuar la Constitución de sus naciones.

Y es que ha sido el lápiz el primero en inspirar

a niños y niñas de las escuelas

a dibujarse corazones en los cuadernos,

como también ha sido el último héroe en

contar las epopeyas y épicas batallas

en los anales de la historia. 

Es el lápiz el testigo omnisciente

Que ha escrito las líneas de cambio de la humanidad

y la ha guiado a caminos de libertad,

de aprendizaje, de hermandad,

diseñados para vivir una vida

en un mundo mejor,

uno en el que reina la educación.

 

Alberto Solak