Sigo escuchando que no debemos vivir de los recuerdos,
Pero vivo de ellos;
Es como si una nube se elevará tanto que logra cubrirme por completo,
No me deja ver, cubre mis ojos con sonidos de voces antiguas de papel viejo,
Y mientras las sigo, no veo algo nuevo,
Es como si dentro de las vainas de mielina algo borrara los nombres nuevos, que cada conexión en los axones perdieran su rastro,
Tarareando una canción que me permite reconocer el camino de regreso a casa,
Escucho como chillan los árboles, sobre caminos que ya he cruzado, pero no recuerdo,
O como caras carentes de rostros con voces inaudibles dicen conocerme,
Tan oscuro se vuelve el paisaje, pero no estoy muy segura de que si alguna vez color tuvieron.
¿Y si en realidad no envejecemos?
Y le devolvemos a la tierra lo que una vez fue suyo,
El aire absorbe lo que nos ha prestado por tanto tiempo, acaricia los pulmones y nos permite un último expiro,
O el agua se evaporiza de a poco en nuestro cuerpo cuando se la roba el viento;
nuestra voz la absorben los prados vacíos para rellenarlos con el cantico de las aves,
Pero el precio a pagar por haber gastado incontables palabras sea no escuchar;
Y el color de nuestros cabellos es robado para pintar la corteza de los árboles, los pétalos de las rosas, el color de los insectos,
Y las tantas lagrimas pasan a formar parte de la armonía de la lluvia que dejan dormir en paz a cada uno de nuestros nietos,
Quizá, el tiempo corrompa la estabilidad del cuerpo, fracture nuestros huesos, nos destruya poco a poco, pero nos deja el alma intacta,
Y en un mimo del cielo nos diga “vendré por ti pronto”,
Con suficiente tiempo de espera para poder despedirnos de todos,
Porque hemos esperado tanto tiempo, que estoy cansada,
Desde la cama, la vida sigue teniendo color, pero sé que he cumplido mi parte en este ciclo llamado vida,
Sé que pronto se reencontraran conmigo en un lugar llamado cielo,
Ahora amada familia, me despido, los quiero.