Siervo del Dios vivo, hermano amado,
haz un alto en tu frenética carrera
y revisa tus valores,
y rebuzca entre tu médula,
y desanda ese sendero
maldito que te oprime y te sofoca,
y visita al oftalmólogo
a que chequee tu óptica.
Ya no eres el mismo...
O, acaso todos los que fuimos
o somos tus amigos equivocados estamos?.
Es que acaso no adviertes el crujir de tus dientes
con soberbia y orgullo,
arrogancia que apenas ocultas
y que está transformando
el ayer siervo manso
en caricatura informe y grotesca?
Haz en el silencio milenario de una noche cualquiera
una pira flameante,
y hoja por hoja
arroja la nueva escritura
que norma tu vida,
y vuelve al antiguo, al arcano divino,
que ayer proclamabas con porfiado brío.
No la predicación de suma enjundia
hierática y hueca
que tu ínclita erudición bosqueja.
Sólo el consejo amigo
la palabra amena
el apretón de manos
y la alabanza ardiente,
y la actitud humilde,
y la sonrisa franca,
la solidaria terneza manifiesta
del que ama en sencillez del alma.
Ya no eres el mismo, hermano mío,
o multitud de los tuyos somos tardos
en entender tus acciones,
o interpretar tus pasos.
A mi amigo querido
R. Gruger / 9-6-83