Injustamente me deshice
de mi primera guitarra,
cuando su herido sonido
empezó a opacar mi voz.
Encerré en fría mazmorra
al poeta que habita en mí,
porque entendí su escrito
en el primer verso.
No pagué la deuda
en el plazo establecido
y me embargaron
lo que no me pertenecía.
Mi sonrisa de medio lado,
en vano te la entregué
y a pesar que no me arrepiento de ello,
te exijo que me la regreses...