Hacia ti corre mi noche,
a tu presencia áurea y vigorosa.
Contigo todo es misterioso y noble,
como un río entre las piedras,
como vagar por calles sin nombre.
Por ti mi amor es una flor encendida
al rubor con que tu amor la baña.
Mi alma, atónita, en tus manos gira,
y me sumerge la plenitud de ser amado
en fuente pura de agua viva.
Por ti mis silencios buscan,
día y noche, en tu aliento, tu palabra,
como el sol hurga los rincones de la bruma.
Tu voz me llega desde el piso de tu alma,
y a mi alma propia la despunta
de su asordinada estancia.
Por ti mi existir es insomnio!
Si persistió el letargo en mis años,
el jardín que entregas de emoción florido,
es fecunda ofrenda para mi pecho,
que de lluvias estancado, fue cobrizo
otoño, tierra seca sin naturaleza.
Entre un amanecer de nuevas dichas,
aún me temblaba la sombría duda
agazapada en el presentimiento, fría
y sola. -¿Dudas de mí?, preguntaste.
¡De ti no! De la ilusión vacía
que siempre sobrevuela a la fortuna.
Abrazados susurraste, - “mi razón daría
si la duda se hace ola”.