MI PRIMER VIAJE FUERA.
Desde muy joven tuve un ansia de independencia, de salirme de la familia, de las comodidades de emprender mi propio camino.Tuve una adolescencia bastante complicada, con vivencias e introversión importantes. Esto, hizo estar muy deprimida, así que en mis sueños y fantasías, establecí que mi crecimiento debía ser fuera, recuperar la alegría, que alguna vez había tenido.
Estudiando posibilidades, por cercanía y conocimiento del idioma el primer país fue Brasil, luego estudiando cómo hacerlo me encontré ,con la dificultad de tener un modelo que se llamaba diecinueve, entonces descarté el país y me dirigí a España .A Barcelona, donde primero me alojaría en casa de una familia uruguaya que vivía allí. El padre de familia había estado preso por la dictadura y cuando lo liberaron se fueron del país.
Los dos eran profesionales tenían dos hijos adolescentes, varones, y la madre de ella, que era la que mejor conocía de Montevideo, se había ido a vivir con ellos.
De entrada mi presencia, no fue bien recibida, por parte de él, a lo que se sumó que tampoco estaba muy contento con la presencia de la abuela. Ella con su marido habían vendido todo y se habían ido a vivir con ellos, gracias a otras ventas también por parte de él se compraron un piso en el Putxet.
Entablé rápidamente una conexión especial con la abuela, que me enseñó la manera de pedir en el mercado los usos y costumbres que tenía la gente. Donde vendían la yerba mate, en la plaza real. Había que tomar un metro, hasta la plaza Cataluña, y luego caminar hasta el local de especias , que también traían yerba mate.
Por otro lado, había una familia, que yo en un principio creí que me podrían ofrecer un trabajo, ya que era un empresa grande,.El señor catalán, casado con la hermana de leche de mi padre, me recibieron muy hospitalarios en su casa. Me invitaban a almorzar, pero supe que ese trabajo no llegaría nunca, ya que me explicó, muy en claro, cual era la ley en ese momento: que por cada extranjero que emplease debía contratar a dos españoles. Mis impulsos y ansiedad llevaron a que dejara de tomar todala medicación que recibía por parte de mi psiquiatra y comenzara desde cero. Eso sí, a los dos meses no me cabía nada, toda la ropa que había llevado. Engordé porque mi ansiedad me llevaba a comer sin parar y Barcelona , si algo tiene son las tentaciones de sus pastas y embutidos, era un auténtico descontrol. Asimismo no me dejé tentar por las drogas, había conocido un chico que vivía a la vuelta en el Putxet, y un fin de semana que supuestamente iba a pasar con la otra familia, el me dejó plantada como un pino. Así que una noche, después de haber bailado en una discoteca me ofreció, algo envuelto en papel de plomo, y le dije: ¿ que era?. Mmmm como no conoces, supuse que sí ya que hay bandas de colombianos que trafican, no era mi caso. Embolsarme en los sudacas, delincuentes o exiliados o de izquierdas, no era yo. Esa noche yo miré el techo, con música de las Walkirias...Por otra parte,me contacté con gente uruguaya, que ya estaba establecida en la ciudad, unos amigos trajeron a otros y la oportunidad.de dejar la casa, en la que me hospedaba, al poco tiempo .Me fui para alquilarle una habitación a un arquitecto argentino rosarino, que era exiliado político.
La primera vez que llegué a su piso, el amigo en común me había dado la llave y dejado una colchoneta en la puerta. Llegué con una amiga, lo encontré al dueño de casa, con las manos cruzadas en el pecho y no se despertó para nada, mi amiga había quedado en encontrarse con su novio, que tenía en un velero, y trabajaba en el puerto, real marítimo llevando y trayendo embarcaciones.
La primera impresión al no despertarse y estar tan profundamente dormido en la tarde, no me animó a quedarme, así que dejé la colchoneta que me habían prestado y mi maleta y me fui con mi amiga al puerto.
Esa noche, yo tampoco dormí, ya que en el pequeño velero también había un amigo del novio, que me persiguió durante todo la noche, a ver si aflojaba y cedía a tener sexo, cosa que estaba fuera de mis deseos y el único camarote era el que ocupaba mi amiga con su novio.
Al otro día volví al piso y Pato, estaba despierto con quien me alojaría alquilándole, la habitación que estaba al lado de la entrada, luego había un largo pasillo cubierto de estantes de libros del piso al techo, la cocina , el cuarto de baño, el cuarto del dueño, la sala comedor y el estudio donde el trabajaba. El Pato me dijo que : tenía un sueño muy pesado, porque estaba acostumbrado, a trabajar por la noche y dormir durante el día, Salvo cuando se quedaba su novia catalana Rosa, pelirroja, mucho más joven que él y su plan amatorio era bastante escandaloso, que llevaba a ponerme tapones en los oídos, por más que había distancia entre mi cuarto y el de ellos.
Buscar trabajo entre los conocidos, en mi ciudad natal, el primero fue cubrir una licencia en la joyería de una familia amiga. Mi juventud, e inexperiencia fue ser de un día al otro, mesera en un restorán argentino, que tenía un menú diario. Mis compañeros españoles, que estaban en la cocina, un chico y yo que servíamos las mesas, esto duró un corto tiempo porque el dueño se dedicaba, a levantar negocios y luego vender la llave, ahí estaba su ganancia, ya había tenido otros como una peluquería canina, y cafeterías. Esta vez, los que le compraron la llave, fue una familia de chinos. Que se quedaron con la bachera, española y conmigo de mesera. Armaron un menú con más de ciento cincuenta platos, y a cada uno le pusieron un número. Así que a cada comensal que me ordenaba un plato, yo me dirigía a la cocina ,con un número a la cocinera, que era la mujer embarazada, del dueño, además tenían un hijo pequeño, todos vivían allí mismo .Todos de estatura pequeña, la señora cocinaba arriba de un banco. La especialidad que por primera y única vez probé, era cuando batían claras a nieve, le echaban una bola de helado y la freía. Todo eso muy rápido para que el helado, no se derritiera. Muy trabajadores, los arrolladitos primavera, lo hacían para el restorán y para la venta en otros negocios, y él los repartía en motoneta.
Había un vino de la casa, que se servía en jarra y otros de botella, yo rogaba que no pidieran el de botella, porque sudaba cada vez que tenía que descorchar, mi inexperiencia era total, y absoluta, me estresaba mucho durante ese tiempo de ver tanta comida y los nervios que pasaba. Pasé a alimentarme de pan con mantequilla únicamente y unas nueces acarameladas que tenían en un bollón que estaba detrás de la mesada del bar para convidar a los clientes .Porque la familia, almorzaba previo a la apertura, del restorán pero esa comida no es la que ellos servían, unas sopas, que no supe nunca a que sabían.
Como me veían correr de un lado a otro, ya que al mediodía se llenaba bastante de gente, oficinistas que iban a comer allí, al pasaje Lloveras… El dueño me decía, que pronto llegaría una sobrina de ellos, que me ayudaría con el servicio. Lejos de ser una ayuda, ya que ella no sabía nada de español y cuando se le complicaba me dejaba, a mí sola para atender, se ponía a cantar tocando el piano vertical, que había en el local. Con toda esa presión, hizo que renunciara, lamentaron que me fuera, pero yo, no: No daba abasto.Luego pasé de vender cursillos de computación puerta a puerta y otros.Trabajos similares muy poco remunerados. Por momentos, me di cuenta que estaba sumergida en un mundo, que lejos estaba de mí, era por demás deprimente, ya que muchos de los latinos eran exiliados políticos o económicos que vivían añorando lo perdido. Y por otro lado estaban los catalanes, conservadores como eran, mantenía diálogos en catalán y español.Lo entendía porque sabía francés, pero lejos estaba de aprenderlo.La familia empresaria, me invitaban a veces también a pasar algún fin de semana con ellos y los amigos de las hijas, eran lo que llaman allá muy pijos, y me daba cuenta que tampoco encajaba, porque ya me catalogaban, que si era sudamericana sería de izquierdas…prejuicios que ya ponían un distanciamiento.Mi contacto con la abuela, del comienzo, seguía, iba a la casa me contaba sus cosas y entre mate y mate, porque ella siendo judía polaca, había adoptado esa costumbre .Me empezó a hablar, cuando había estado a visitar a su otro hijo, que ya era fallecido y había pasado con él y su familia viviendo en un kibutz en Israel. Fue tal su entusiasmo, que me transmitió y esa energía que tenía ella. Había máquina de lavarropa, pero igual yo la oía como ella lavaba a mano en una pileta de piedra. Cuando hablaba conmigo,de vez en cuando se le escapaba alguna lágrima, porque sufría la pérdida de su marido, que ni bien habían llegado a Barcelona, falleció.Fueron, porque era su única hija y familia, pero también recibía el mal genio que tenía su yerno. Entonces sus ojos brillaban de alegría, para que yo me fuera allá y que podía hacerlo, como cualquiera persona joven, como voluntaria. Así que cuando pasaron ocho meses de mi estadía en Barcelona y algunas otras ciudades aledañas que conocí, emprendí mi nuevo destino que era Israel.