Y fue que viniste
a encontrarme en sueños.
Tú desde tan lejos
viajaste en los cielo,
en suaves corrientes,
atado a gaviotas...
sólo para verme.
Hiciste una cita,
para estar seguro
que yo me durmiera
y como en cuento,
te zambulliste en sueños.
Tomaste la espada de
la piedra encantada,
subiste a tu alfombra,
trajiste un zapato y
en tu mano una rosa.
Me vestí de princesa,
atravesé jardines
de suaves pensamientos.
Mariposas y ruiseñores
completaban el sueños.
Montado en corcel blanco
viniste a mi encuentro.
Cuando estuvimos cerca
vi tus ojos en mis ojos,
abrazo entre sábanas,
corazones palpitantes,
un huracán de besos.
Fantasía realizada de
una vida soñada,
en dónde tú te presentas
y yo siempre te esperaba.