Llegaste a mi vida como una ilusión,
te adentraste en mi frágil corazón,
te convertiste en mi única religión,
siempre admirándote con devoción,
a ciegas me entregué a la pasión,
sin pensar que serías mi nefasta perdición.
Hoy te aborrezco por tu actitud infame,
por permitir que mis lágrimas se derramen,
te desprecio por tu insólito descaro,
por dejar mi alma en completo desamparo.
Fuiste una piedra más en mi camino,
un obstáculo que no logré esquivar,
una prueba vil del destino,
la cual sin duda no pude aprobar.
Este capítulo me dejo una gran lección,
que no todo error se merece el perdón,
que el amor propio tiene un gran valor,
y hay que dejar atrás el dolor.
Por las malas tuve que aprender,
que hasta lo más puro se echa a perder,
que a nadie tienes que complacer,
y primero es a ti a quién debes querer.
No seré yo quien te haga pagar,
por tus malas acciones te han de juzgar,
la vida misma se encargará de cobrar,
y algún día tus pecados te van a castigar.