No va a Popa el Yang
Sólo vil Ying.
La ciudad pálida de los colores
desteñidos
Miradas bajas
Labios y ceños fruncidos
Que a punta de coffee
Caminan al ritmo del bullerengue dormido.
El engorde de los cerdos,
Jartos de poder hasta más no poder
Ha desestabilizado injustamente
De la balanza su peso.
Las grietas del concreto
De los barrios bajos
Apestados de lagos
No de agua
Sino de jeringas y cigarros;
Donde héroes a flote
De hambruna dura
La muerte duermen
Para compensar
O al menos apalear
El esequibo perdido.
La siesta eterna de las golondrinas
Indiferente e inequívoca...
Lector querido
A la muerte de la horca o al olvido...
¿¡A dónde va a parar nuestra poesía!?