Párteme el alma en dos con la daga de oro
que de tanto esperar me cargue en las penas;
arráncame un beso donde hablen sirenas
y entierra en tu pecho mi propio tesoro.
Guárdame corazón que en lo más profundo
pondré tu nombre sobre la hiedra de acero,
yo porque te afirmo que en tus labios muero
y tú porque buscas el decir del mundo.
En esta dulce hora donde reina el opio
te pido un estilo que ate a la alegría;
tal vez porque ofrezco mi caleidoscopio;
«¡párteme el alma en dos te hablo vida mía!»
Samuel Dixon [11/06/2022]