Campos silvestres navegan tras mis pisadas,
la luz persigue mi sombra con anhelo,
pareciera entonces que mis manos buscan el sonido
al menos de un reloj que me indique el camino.
Las personas andan vacías por el río
se ven cual caudal de botellas de vino,
pareciera que las aves que antaño cantaban ya no lo hacen,
es entonces que la pluma me visita.
Ahí afuera los escucho entonando canciones,
la mayoría no sale de sus ventanas,
pero están ahí observando la basura del otro
como si de oro se tratara.
De sepultura el ser vicioso anda
esperando el todo en la nada,
¿Quién entiende la pena, entonces, de quien afirma nada siente?