El grupo era armonioso,
llegaste con ínfulas de superioridad
impusiste el aire de la discordia.
Todas y todos callaron,
yo no...
Esa maldita costumbre
del sometimiento.
Tu narcisismo integrado
creo mis versos,
tus ojos fríos sin vida
denunciaron tu alma escindida.
Te crees mejor, que falsa imagen das,
que payasa triste sos,
lamento tu llegada,
ya que provocó mi salida.