Doblé la calle por la que raras
veces se pasa con bien, salida
heroica por la herida de aquella
esquina viva, nada a medias.
César Vallejo
No sé qué sigo esperando cuando me dispongo
a cruzar el río que baja por esta calle.
Las hojas de tus recuerdos levantan un remolino,
el olor del salitre grita en qué punto del mar anclaste.
El tamaño de tu presencia en mí, ese traidor,
ahora se tiende como la distancia de tu ausencia.
Aún sudo frente a tu casa con el deseo/temor
de encontrarte aunque nada certifica mi creencia.
Me mantengo aferrado a los márgenes del río,
con tus recuerdos como amuleto contra la crecida.
Nunca podrá arrastrar la corriente del olvido
esos segundos sin tiempo, aunque sumerja mi vida.
Busco sin brújula el enigma de esta calle,
trato de descifrar su puñetazo en mi rostro,
pero continúa torturándome cada detalle
de esta soledad en que no me dejas solo.