Se llevó el amor a la guerra,
una foto de su familia,
un disparo día y noche en la trinchera,
bebiendo aguas sucias y contando espinas.
Cargaba su fusil con lágrimas
y buscaba detrás del humo una sonrisa.
Deshojaba triste una margarita,
preguntando, volveré muerto o con vida??
Y así pasaron semanas y meses,
hundido en el barro y sin comida,
hasta que una bala lo golpeó en el pecho
y quedó allí sin nombre ni despedida.
Hoy en el campo hay una cruz,
entre el trigo, el río y las colinas,
que dice aquí yace un soldado,
que encierra en las manos una fotografía.