Tibia y suave, duerme
la luna en tus manos.
Dibujan tus dedos
paisajes extraños
en la superficie
de su piel de cuarzo.
Dócil y argentina
se quedó en tu palma;
arrullo de ensueño
la envuelve, con calma.
La canción de cuna
más blanca y divina
cantas a su oído
en la madrugada.
Ella no sospecha
qué envidia me daba
viendo que la cuida
tu dulce mirada,
mientras le susurras
de amores lejanos.
Mis celos se pierden
en intentos vanos,
viendo como duerme
la luna en tus manos.