¿Me permitiría usted guardar este suspiro cargado de romanticismo en lo más profundo de su piel?
Tenga en cuenta que suspiros como este no van ahogados entre soledades. Sus letras acompañan las rimas a veces carentes de versos entre nimiedades. Por eso quisiera que usted guarde mi suspiro. En realidad, cada uno de ellos. Son un paquete en la totalidad de su haber. Sentirá así la calidez de este amor por usted sentido, como suave y agónica muerte en la espalda de su ser.
Mi suspiro, como tantos otros, quizá no sea tan relevante ante las instancias de su rostro, pero quisiera que usted también se diera cuenta de cómo se hacen los amantes a cada minuto en que mis labios le nombran en mis versos, poemas y mi todo.
Por eso, quisiera que alojara mi suspiro en los misteriosos atisbos de su locura. Yo ahí me perderé entre la agonía de su propia dulzura por sentir en mis labios el sabor de su miel por la que me he perdido.
Quiero que sienta mi suspiro, en la tibieza de ese aire marino adornado con la belleza de aguamarina de su caracola y sus peces. Ahí yo seré ese capitán, ese pirata que quizá cada uno de los poros de su piel vea como ese tesoro que yo encuentre.
Por eso, quisiera que usted guardara mi suspiro en cada una de sus eróticas fantasías, que si yo, alguna noche de estas, quizá me sienta perdido, es porque me halle en su piel recitando cada una de mis poesías.