Ben-.

Extranjero-.

Hablo, queridos compañeros,

de este sol que se abre en una vena,

de esta arteria crepuscular que se expande

por la arena, y hablo, con todo dolor,

de esta inmensa cicatriz que devora todo

a su paso. Hablo de este

tintineo salvaje, de estas llaves electrocutadas,

de este cerebro amaestrado, y de esta razón magullada.

Hablo de esta cárcel de sonidos, de estos

inviables sonidos que apaciguan mis entrañas,

y de las preguntas: las eternas preguntas que me roen.

De las magnolias pero también de las abejas,

de los segunderos imantados por la precisión

de un par de cejas; y del tamaño inmisericorde

de esas alas que nunca, jamás se quejaron, y de ese

sendero de grava que persigue mis sueños y los acaba.

De ese extraño berbiquí que corroe mis pesadillas,

las vuelve ligeras, y las torna sueños de campanas.

Hablo sobre todo de un dolor como una nube que se abre

y se hace lluvia y vivifica mi andar; de los sepulcros invadidos

por las nostalgia de la noche. Hasta dónde llegará

este refugio?; seré capaz de asimilar mi derrota

de una vez por todas? Seré hombre o marioneta

en boca de lobos? Yo sé que muchos hablan de mí,

porque soy sincero. Mas esta estadía se agota,

peldaño a peldaño, las escaleras se hacen más suaves

mientras asciendo mi particular laberinto.

 

 

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