Nací para tu cuerpo
en las sonatas
del miedo
y la invernía,
he arrojado
las espadas de la lepra
a los murciélagos
para luego
sentarme sobre los
culos de todas las vestales.
Y... me acuerdo
de las noches
ebrias de llanto
en
las gateras de los pájaros perdidos
donde
los manantiales del oro
se atesoran
en los cráneos.
Lloro,
después de haberte devorado,
por todos los sueños
en los caminos de la muerte.