De a poco se desmoronan mis incógnitas al sentir que te quiero, cuando percibo tu mirada constante cuál reloj de arena, cayendo a veloz tempo al girar el planeta y es inevitable sentir escalofrío al pensar la marcha ligera de la vida pasajera e imaginar distantes tus cálidos brazos, pues se ha vuelto un gusto perderme entre ellos cuando me abrazas.
Confieso sentir miedo a que el cielo se nuble cuando tanteo distancia, porque me he acostumbrado a caminar bajo llovizna sin compañía, pero eres tú como la gota capaz de estancar mi paraguas, creando oleaje que me lleva hacia ti, hasta empaparme de tus aguas.
Quizá no lo sepas pero hiciste temblar el subsuelo de mi mundo con tus mareas, has dibujado algunas estrellas, y borrado algunas huellas. La emoción de descubrirte cada día me remunera con inspiración para caligrafiarte como un suspiro lleno de magia.
Solo deseo no sea un sueño pasajero que a la mañana se olvida, porque quisiera quedarme en la utopía de sentirte despierta mientras me miras, comernos el tiempo sin perdernos ningún silencio, llenando con miles de nadas todas las pausas, encontrar el instante preciso en que el chronos se marcha, para disfrutar a tu lado sin ver pasar los segundos y si es posible quedarnos ahí el tiempo necesario para embriagarme de tu esencia.
-A.B.-