ANTIGONI

DESTERRADO

Aquí distante de mi amada tierra,

paso mis días desterrado y solo

como un sobreviviente de la guerra,

 

y a solas, de mis sueños extrapolo

la lucha melancólica del inca,

y el ánima bucólica del cholo.

***

La noche de silencio que se afinca

sobre la ya lejana cordillera,

devela el sentimiento que se intrinca

 

cuando al partir, nos dice  frontera,

que un paso más allá no habrá retorno,

para el andar doliente  del linyera.

***

¡Que triste se ve entonces el contorno!

Tan lúgubres las voces del futuro,

como las sepulturas sin adorno

 

que al soplo del invierno frío y duro,

apenas mal cobijan esos huesos

que yacen olvidados en lo oscuro.

***

Y aquellos que murieron inconfesos

ante la mano fiera del tirano,

hoy  turban la razón de los que ilesos

 

dejamos muy atrás el meridiano,

buscando en la distancia la respuesta

que nunca conseguimos del arcano.

***

¡Cuanta sangre febril brotó en la apuesta!

¿Cuánto sufrió la gente? Mucho ¡Mucho!

porque tras la opresión,  como respuesta

 

el recio campesino larguirucho,

gritando  rebelión se alzó en  batalla,

desde la fría pampa de Ayacucho.

***

Sabiendo vislumbrar lo que se calla,

el pobre, aun con ser  analfabeto,

revira ante la infamia y se amuralla,

 

pues hambre no se sufre por decreto,

violencia no se impone por derecho,

ni el oro da licencia de alfabeto.

***

Dejamos un  Perú triste y maltrecho,

ahíto en el ascenso y la caída,

del luto por aquel que puso el pecho,

 

dispuesto por la rabia contenida,

a matar o morir para ser libre

y no ser explotado de por vida.

***

A fe, no puede haber quien equilibre

razón, para el alzado y el guerrero;

igual es el dolor en su calibre

 

para el burgués, soberbio y altanero,

para el pueblo, que es cuna del soldado,

y para el despiadado guerrillero.

***

Por ya quinientos años despreciado

el indio, se hizo en armas, insurgente

en contra del patrón y el hacendado,

 

terciado  de un rencor tan inclemente,

que no supo mirar del enemigo

la faz, sin embestir al inocente.

***

Allí, tanto estudiante fue testigo

del fuego y contrafuego fraticida,

que se sintió hermanado en el castigo

 

y  fue también puntal de la embestida:

funesta reacción de los  cautivos

ante aquella nación desprevenida.

***

Hoy somos más que ausentes fugitivos,

culpables, como mandos encubiertos

que aun, sin manejar los explosivos,

 

tornamos a los hombres inexpertos,

en fieras anhelantes de  venganza

y al mundo los horrores descubiertos

 

quedaron y al final en la balanza,

nosotros, sin morir ¡Estamos muertos!

 

ANTIGONI