Tú y yo, unidos por la muerte
hecha pedazos la espalda que carga nuestros recuerdos,
con los ojos centinelas de otros tiempos,
en maremotos se atiborran y manan el ansia del olvido,
torturados por fantasmas de torpeza y despojos.
Y este cuerpo embalsamado manchado de noche y polvo,
es ejido polvoriento donde no alumbra el mas remoto pensamiento.
Sudario vano, impostor espejo de la vida que nos sobrevive
armario grotesco, sórdido, templo frío de lo humano
envoltura de esta pausa que dura como eterna
espera de la resurrección de nuestra muerte floreciente desnuda
dura cama de obsesivo silencio, espacio perfumado,
vacío que se cierne en cada costado
bocado complaciente a los gusanos
reloj donde el péndulo marca la hora interminable del adiós,
corredor de terror que paraliza la luz y hace avanzar al miedo,
sombra nefasta que corrompe,
abismo, guarida donde cesan la esperanza de los rezos
sordidez atosigante, asfixia de lo imposible
exilio al que nos orilla la vida…