Usted que alumbra el alma, con esa su mirada,
usted que adorna el mundo, con esa su sonrisa;
¡quisiera que sus labios me dieran la premisa
de ser aquel que libe su boca nacarada!
Usted que porta siempre pasión tan exaltada,
en esos sus contornos, obsequios de Artemisa;
usted que de ilusiones es gran sacerdotisa,
¡suplico me regale su flama codiciada!
Usted que mi destino lo tiene prisionero
atado con cadenas de místicos fervores;
¡le imploro tiernamente la luz de su dulzura!
Usted que de mis noches es mágico lucero,
¡le pido de rodillas que calme mis ardores
brindándole a mi vida momentos de locura!
Autor: Aníbal Rodríguez.