Debo leer,
para ser más razonable,
y que al expresarme culto,
suene claro y muy amable,
y si fallo me disculpo
del lenguaje deplorable,
que al nerdo parece insulto.
Debo leer,
para enriquecer mi cultura,
para leer de corrido
sin que tropiece mi lengua
en las rocas de cordura
y que mi lectura tenga
más sabor y colorido.
Debo leer,
para que mis poesías
resuman a todo el mundo
y al pronunciar homilías
con un razonar profundo,
que salgan del alma mía
diez palabras por segundo.
Debo leer,
pues para cambiar el mundo
necesito conocimiento;
debo aprender a aprender
y seguir de cerca el rumbo,
de la ciencia, el suspenso,
de lo oculto y el saber.
Debo leer,
para prevenir Alzheimer
y evitar la demencia,
mejorar mi ortografía,
y tener mi mente abierta
con buena caligrafía
y un toque de inteligencia.
Debo leer,
para ser más creativo,
ejercitar mi memoria,
para no estar depresivo,
con los libros de autoayuda,
poder coronar de gloria
mis metas y objetivos.
Debo leer,
y aunque mi coeficiente
sea de noventa o cien,
leo y leo suficiente
hasta que comprenda bien;
del granero de mi mente
comerán otros también.