Vestida de azul turquesa,
te estrellas contra les rocas
que te frenan, convirtiéndote en mansa
y llegas besando tímidamente la arena.
Un débil sol acaricia la playa
con tibio calor de tarde de marzo
y reflejas tu largo rostro en el bello espejo
dibujando un río de luz enmarcado en plata;
minúsculas centellas de oro me guiñan el ojo
mientras todo va mutando de color, de intensidad
en un atardecer que mágicamente decae.
Me regalas un denso aroma que me penetra,
que aspiro aderezado con brisa y salobridad marina,
y el astro dibuja un cuadro cromático perfecto
en una mar rizada, ahora plácida y amiga.
Mientras tanto, el sol se pinta de calabaza,
se abriga con las nubes que le acompañan
y marcha perezoso a esconderse en el horizonte;
nos despide luciendo su vestido de seda naranja.
Y yo, sentado en la roca, miro a banda y banda;
Y siento como ella ruge y calla tranquila y serena
mientras el día se apaga y tu, ya del todo, te amagas.
14 de Marzo de 2009
Pau Fleta
(Adaptación del poema original en lengua catalana)