Cansado de volar detuve el vuelo
y lleno de ilusión construí tu nido;
y bajo el infinito azul del cielo
te di mi corazón de fuego henchido.
Tu fuiste de mi vida gran consuelo,
y luz que me ofrecía colorido;
la música de tierno violoncelo
con notas del amor jamás sentido.
Mas luego aparecieron vendavales
de celos, de traición, de miedo y duda;
y todo nuestro sueño tan glorioso
perdióse en sus oscuros pantanales;
dejándonos la huella que demuda
y llena de impiedad lo esplendoroso.
Autor: Aníbal Rodríguez.