Raiza N. Jiménez E.

El Corazón: Altar de vida y muerte. -

Estoy acá en los límites de la vida y la muerte.

No muero aún, será porque estimo, ésta mi vida.

No he muerto en vida, tengo muy buena suerte.

Me está matando el desamor y sus hondas heridas.

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Cargo con  el libro del buen amor, en mis manos.

Mientras lo leo, voy cavilando en cosas bellas.

En ese fiel y fraternal sentimiento de hermanos;

ese que fue dejando en mí, una bella y honda huella.

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Mil veces me he preguntado si sentí el despecho

y en pensar respuestas, se me está yendo la vida…

Sentí hoy, que se abrió una gran herida en mi pecho

y para no pensar, fingí no estar despierta y si dormida.

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Pero, no vale engañarse cuando sabes la verdad.

Al amor y el odio lo sientes, es luz, que no miente.

Si te descuidas, el odio te devora el alma, sin piedad.

Es vil que tú mismo te mientas y, a veces, inclemente.

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Nunca antes había reflexionado tanto en el dolor.

No quiero y no debo nunca, arrepentirme, por sentir.

Creo que así, se debe vivir el mal y el bien del amor.

Para qué ocultarlos, para qué negarlos o mentir ¿……?

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En fin, asumo como mía, la frase de este lúcido poeta:

“Sólo en el amor el hombre es grande y puesto rodillas;

 Porque; el amor es la única esclavitud que no deshonra.”

 

― José María Vargas Vila.