Seré destruido por la lluvia,
aguerrido caudal de espasmos
violentos; mi cuerpo será filtrado
por la niebla, ojos, nariz, boca,
huesos, en consonancia con el orden
de aquí abajo. No seré más, el que mira
ni el que ordena, desde las copas de los
árboles, frondosas. Mi cuerpo, sí,
erosionado entre las rocas. Raíz
emergida de un molinillo de viento,
mi espíritu entero, se deshará entre
tinieblas; tierra maciza de gallardías
opulentas: añoraré la paz de tus inviernos.
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