Tírala, tírala, se escuchaba en la calle,
eran jóvenes o niños corriendo detrás de un balón,
de tanto correr y cansados al suelo se tiraban,
las mangueras servían para succionar el agua que querían tomar,
no hay toxinas, ni enfermedades, no hay riesgo al tomar,
llega la hora y cada uno a su hogar se va.
Talan, talan, se escuchaba en el colegio,
aquellos jóvenes y niños a recreo salen a jugar,
conversan, ríen, juegan, sus travesuras están,
los pasillos servían como trincheras para un posible amor,
no hay problemas, ni malos entendidos, solo jóvenes alegres y su sagacidad,
llegó la hora y cada uno a su sala se va.
Ya no hay risas, ni se escucha el talan, los gritos de tírala tampoco están,
las calles llenas de autos ya no permiten jugar,
los colegios sin campanas, solo un rin que da la señal,
esos jóvenes y niños ahora son adultos y solo corren para trabajar,
la magia y brillo de sus ojos el dinero los hizo cambiar.
Tírala, tírala;
Talan, talan;
ya no volverán a estar,
porque esos jóvenes crecieron,
y una familia tendrán que formar.