Las gotas caían insomnes
como doncellas ruborosas
sobre las rosas y amapolas
danzando impúdicas
en las hojas de los árboles
llorando lágrimas de entrega
sobre el río liberado
La lluvia, despertando entre flores,
que abren sus cálices de aromas
ante relámpagos sublevados
que iluminan sus pétalos
como mejillas pudorosas
bajo el cielo melancólico
Las gotas se desnudan
sobre el verdor del campo,
entregando su humedad
como danza incitante
con fatua sonrisa a la mañana delirante
donde sediento el crisantemo
las contempla lleno de embeleso
La lluvia cae despierta,
sobre cuerpos afrodisiacos
de pieles fundidas con almas liberadas
anhelantes de lágrimas de rocío
que revivan labios sedientos,
áridos latidos, de deseos olvidados
Las gotas que escondían la lluvia
nadan en el mar de tus recuerdos
despiertan como nácar inmaculado
en tu pecho cual jardín humedecido
donde en inocente entrega se evaporan
para volver a la nube y ser ternura