Giran
como ángeles anestesiados
por una hora cualquiera
de la eternidad,
único futuro
que el amén
nos concede
si un día despertamos
lejos de la vida,
mordaz belleza
de los que no saben lo que saben,
subidos a un espejo de carrusel
que escribe sobre el cristal
su propio epitafio de éter.