La paz es palabra etérea,
desde el génesis la bruma
de la violencia ha cubierto
territorios y culturas.
Es la llama destructora
que la frontera derrumba,
tiñendo de incauta sangre
los territorios que cruza,
dejando penosa herencia
de temor, dolor y angustia.
Los intereses mezquinos
de pretensiones obtusas
sin ninguna compasión
a la democracia usurpan,
utilizando crueldad
instauran las dictaduras,
que acallan las sociedades
mediante la fuerza bruta,
una malvada mordaza
que a la verdad estrangula.
El negocio armamentista
con tentáculos actúa,
es una red criminal
de diversas vestiduras,
defendida por gobiernos
de interesadas conductas,
sin importarles el mundo
que desesperanza ulula,
porque puede convertirse
para el humano, en su tumba.
Los hombres con voluntad
pacifista, se involucran
y luchan con decisión
por un mundo donde surja
un verdadero humanismo.
Con una sociedad justa,
nace la fuerza motora
que con ahínco ejecuta
todos los albos procesos
en pro de una paz fecunda.