Ahí está esa vibración apenas profunda,
donde la imaginación se cansa con más facilidad,
donde su fragilidad, infectada por demasiados delirios,
repite hasta la extenuación más primitiva ese
único e íntimo recorrido donde el pasado demuestra ser
indomable, molesto y estridente; el presente, breve y por siempre
indeciso; y el futuro, ese holograma de grietas posibles
del deseado mapa del no-ser.