Es momento de liberarnos y arriesgarnos.
Sanar las heridas y dejarnos ir.
Fue bella la primavera, pero ahora estamos en un invierno que no nos deja,
y no podemos adherirnos a viejos recuerdos porque las paredes del corazón se inundan.
Y nos sofocamos, nos cegamos, algo se pudre donde un jardÃn deberÃa surgir.
Hay un destino común en la vida y es el fin de cada cosa.
No lo postergues, escribe aquel final de la forma más heroica, da ese adiós llenándote de paz, permÃtete una nueva historia tomar.
Asà como todo termina, mil cosas nacerán.
No estamos rotos, solo doblados, pero podemos enderezar.
Solo es cuestión de liberar, no lo retengas, no te ates, no te destruyas.
Hay amplitud en todo lo que nos rodea, ¿por qué reducirnos a un solo aspecto?
Te dejo ir porque encontré la amplitud en mÃ, soy más de lo que sentà por ti.
Y decidà vivir para mà y por mÃ, el mundo es un constante nudo en mi cuello,
una colección de filosas pruebas que claman la miseria eterna, la condena.
Pero yo, yo soy la antÃtesis de todo lo afirmado, y cada dÃa, aun en el fondo de mi insania resisto a la presión del mundo y sus leyes.
Asà que te libero, me perdono y me permito este nuevo amanecer sabiendo que al final aguarda mi oscura noche.
Pero ya saben, asà como el firmamento se llena de astros, yo me lleno de esperanza.
SÃ, hay penumbra en mÃ, pero soy aquel astro desafiante besado por el dulce lord,
y él me sostiene, después de batallar para mis heridas curar, él me libera.