A sorbos, tu tacto alojado en mi pecho,
tus muslos de fuego hambrientos
se pliegan a mi cintura en celo.
A sorbos, te absorbo y observo,
-a veces en silencio, te tengo-
aquí, en mis sienes, te pienso,
y en mis labios locos, el fuego de tu beso.
© I.M.M Todos los derechos reservados.