El silencio
Desde las montañas, desesperadamente te llamo
¡Y no me escuchas!
Con el alma partida, se me nubla la voz,
la sangre, la vida
¡y no me escuchas!
Imploro a Dios, para que este castigo
se destroce,
en el susurro de los vientos
y oigas, tan siquiera un instante,
el eco del silencio, que retumba,
imperceptible,
entre la agonía del amor,
y los últimos pasos que aplastan las hojas,
que lloran por tu ausencia.
¡Escúchame un segundo y seré feliz!