Gotas diminutas emergían de mi alma
cortaron mi muralla artificiosa del silencio
me aproximaron y unos ojos me cercaron.
Clame entonces sin malicia ni sustento:
“Atropella mi inocencia con tu aliento
desbarata a versos las prendas de mi pudor
y envuelve mi piel incandescente con tus besos”
rogue entre mis labios la salvación del fuego.
Empapada de ganas permití, tu libre transito
recorrer mis aguas, arremolinar mis vientos.
Cerré los ojos y busque saciar el deseo
fui feto de inconciencia, aborto de la moral,
me abatió el peso de las caricias,
entre tus ritmos y muslos de fuego
ocultos en mis poros descubrí que me habitan
jadeantes y placenteras las esperanzas
de sentirme mujer viva a desenfreno
y recorrer de pared a pared tu infierno .