Mía es la negritud de las tinieblas,
más mía que mis besos y mis huellas,
más mía que mi carne y que mi sombra,
porque mi sombra, ante la luz se ahuyenta.
Mía, (de mi existir), la ligereza,
la eterna soledad de las cuadernas
que sostienen mi casco recubierto
de crustáceos, de lágrimas y arena,
Mía, el ansia mortal de tu presencia,
que en los baldíos de mi rabia deja,
desflorado el crepúsculo, en que yace
mancillada la piel de mi paciencia.
También la angustia de mi hermano es mía,
la indefensión del huérfano y el hambre,
la desesperación del reo y la nostalgia
de los deudos, al pie de algún cadáver.
Todo me ha sido dado por la pluma,
que de mi mano el corazón inflama;
mas…Duele el corazón, cuando alguien llama
a semejante esclavitud, poema.
Y es que de tanto dar, nada me llena
y es que de tanto ver, mi alma perpleja,
escombra entre las ruinas, procurando
todo lo mío, que de mí se aleja
ANTIGONI