En retrospectiva
Un día como hoy:
Comenzarán los avisos, anuncios asociados a malestares, dolores, pulsaciones; alguien viene, alguien llegará; será un momento mágico de incertidumbre, alegrías, risas, de mucha felicidad, todos reunidos expectantes esperando el desenlace de lo que ocurrirá, hasta llantos habrá, el nerviosismo se apodera de algunos, los cigarros comienzan a escasear, otros caminan sin parar haciendo de la sala un paseo peatonal, gente mirando por ciertas ventanas y aun no pasa náh, hay ojos brillosos, contentos, nerviosos, se miran unos a otros y saben que de paciencia se deben armar, se abrazan porque saben que ese esperado momento ya va a llegar; ese alguien se hace el interesante y a todos los hace esperar.
Desde otra sala gente de uniforme, acelerados se les ve pasar, caminan presurosos y concentrados, no responden preguntas, solo se les ve pasar, el murmullo de la gente se ve interrumpido por un ruido, una música celestial, el silencio invade la sala y de nuevo ese ruido especial, un nuevo canto se escucha a lo lejos en la distancia que dice:
wuuaaaaaaa…! Wuuaaaaaa…! Wuuaaaaaa…!
Una nueva vida a esta vida acaba de llegar, los dolores y molestias de esa mujer cambiaron de manera magistral y ahora está llena de gozo, alegría y pura felicidad, su bebe acaba de nacer, esa mujer-madre con su hijo en los brazos lo pone a amamantar, un padre pleno de regocijo y satisfacción abraza, acaricia y besa a la madre y juntos le dan cariño a ese pequeño nuevo ser; mientras la familia estremecida, sonríen, se abrazan, y comienzan a reaccionar, todos quieren ver y conocer a ese niño recién nacido que tanto los hizo esperar.
Transcurría un 19 de junio del siglo pasado y nací yo, a quién conocen como Patricio, no te describo mi personalidad porque si quieres saber de mí, es simple, solo me debes conocer, lo que si te digo es que soy esquivo y difícil de entender, la frase que me describe es:
“Simple, pero complejo”