¿Podemos irnos de compra?
Pregunté a mi compañera
y me respondió sincera:
“hoy debo lavar la ropa”.
Bueno, no será enseguida,
podemos hacerlo luego.
“Lo siento, pero no puedo,
aún he hacer la comida”.
Entonces será otro día,
la increpé con gran esmero,
y otra vez dijo: “no puedo
tengo que cuidar la niña”.
Yo, pensando por rutina
me dije: mi compañera
es una presa cualquiera
de su cotidiana vida.
Un temblor movió mi cuerpo,
Y la mente se me nubló,
porque también antes yo
siempre decía “no puedo”.
Tenía ante todo primero
que trabajar en la casa,
lavar, planchar, cocinar…
hacer las cosas pedestres;
Esas que enyesan la mente
y no te dejan pensar.
El rostro de arrugas llena
de tan poco descansar;
El cuerpo como culebra
pierde su figura erecta
sin que exista después cura
para volver a su esencia;
Que tanta reminiscencia
matadora de quimeras
de tanto decir no puedo
evita el conocimiento…
Aún más, te va oscureciendo
el cielo azul y la luna
hasta que te vas muriendo
sin conocer la fortuna…
Aquella que cual ninguna
nos da la libre existencia
si matamos la sentencia
que nos dictan al nacer…
Que sólo por ser mujer
¡ah divinidad del cielo!
en las cosas del PODER
solemos decir “No puedo”
Amelia Suárez Oquendo
1996