Con un dejo de dolor
por no tenerlo presente
hoy les diré lo que siente
el que nació de su amor.
Perdónenme por favor
sí en el medio de mi canto
en mis ojos, surge el llanto,
el en mi será un consuelo
por no ver, en este suelo
a quien me querido tanto.
Trabajo de sol a sol
sin pronunciar una queja
con quien fuera su pareja
de alpargatas u overol.
De noche, frente al farol
y una mesa sin riqueza
alejaba la tristeza
del invierno a veces, cruento
relatándome algún cuento
del amor y su tibieza.
Del mate amargo y el vino
que entre amigos, se comparte
mi padre, siempre fue parte
por suavizar, su destino.
No hubo piedra en el camino
que detuviera su andar.
Sabía lo que es amar
y el valor de una caricia.
Lo malo de la codicia
y el valor de aconsejar.
Él me dejo, por legado
lo que él había aprendido.
Agradecer lo vivido,
sin dejar, de ser honrado.
No mirar, para otro lado
ni rendirse en el intento
de aliviar, el sufrimiento
pues el mismo no fallece
si al hombre que lo padece
uno le niega el aliento.
Se bien, que Dios me bendijo
al dármelo como padre
a él, y a quien fue mi madre
yo agradezco, ser el hijo.
En mi niñez, fue cobijo
y al dejar mi adolescencia
la muerte, con su presencia
de luto a mi corazón
vistió, sin dar la razón
de querer volverlo ausencia.