\"Aprendió a estar sola,
Y nunca más volvió a estarlo.\"
Aprendí,
a oír como crujen las hojas
de otros otoños bajo mis pies,
a desteñir aquella luna roja
que antes me erizaba la piel;
Aprendí,
a estar en compañía conmigo
y de repente me caí muy bien,
recordé el color ingenuo y tibio
de los versos rasgando el papel.
Y así me voy, corazón en mano
hacia la apacible llanura conocida,
aquella que un día, ahora muy lejano,
me cobijó en sus alas siendo niña;
Aquella que una vez palpitó
entre mi corazón en ruinas,
convertía mis sueños en su voz
con paisajes de prosa y poesía.
Aprendí,
de mi yo guerrera,
de mi yo rendida,
de mi yo madre,
de mi yo hija,
de mi yo humana,
de mi yo más egoísta.
Aprendí,
y sigo aprendiendo aun más
de esta aventura llamada vida,
en cada ocaso, en cada despertar,
yo auténtica, soñadora peregrina.
Ceci Ailín