Matias 01

Todo vale…

Se ha caído una rama vieja, grande, casi sin hojas,

completamente vencida, rajada, así sin vida.

Ha quedado así, arrancada; casi expulsada de su tronco

y su raíz, como una muela fastidiosa del juicio…

 

Cuantos nidos, cuantos pájaros viajeros habrán quedado

entre su costra y dejado sus almas en sus hojas

para luego soltarse y hacerse aire ligero

entre lo turbio de todas las malezas.

 

El viejo árbol se ha quedado castrado, sin una parte

de sí mismo, de su historia.

Le han rodado ceros por el tronco hasta las raíces, 

se ha arrancado del frío, del olvido

para empezar de nuevo.

Las sombras cambian, el aire danza y se humedece

en el zumo helado del silencio.

 

No sé si se estaba limpiando de lo que ya no le era útil.

No sé si estaba ofrendando una parte de si

al frío del olvido.

A ver, quien no se quita su mejor traje,

y se pone el vestido de la injusticia.

 

Y esta noche de otoño -de gris maldiciente-

he sentido tanto frío que tuve que echarlo a la estufa

para calentarme un poco -en la medianoche- donde el silencio

también aguijonea el insomnio.

¿Todo vale en esta vida?

¿Tiene uno que quemar lo que sea para seguir viviendo?

La vida sigue. Corre.

Y la muerte merodea. Corre más.