Te fuiste junto al otoño.
Mi alma quedó en invierno.
No tuvimos primavera.
Las flores ya no se abren.
Tal vez el verano logre
envolverme con su aire cálido,
y pensar así que es el calor de tu abrazo.
Para entonces
seis meses habrán pasado.
Madre, esto duele tanto
y todo parece extraño,
a veces te siento cerca,
otras no puedo alcanzarte.
Tarde comprendí
lo mucho que me haces falta.
Viejita linda te extraño,
siento vacía mi alma.
¿Cuándo pasará el dolor?
¿Cuándo llegará la calma?
No quiero que me veas triste,
sé que me estarás cuidando.
Te fuiste con el otoño,
nos dejaste en un crudo invierno,
el más frío de todos: sentimos frío en el alma.
Frío que sobrepasa las estaciones,
nos falta el calor de tus labios.
Descansa madre, descansa.
Descansa en tu sueño eterno
¡Cómo quise despertarte!
No alcanzaron mis intentos,
sólo logro consolarme
recordando que tu rostro
irradiaba la paz que tenía tu alma.
No hay retorno y se siente tan amargo.
¡Cómo quisiera abrazarte!
¡Cuánta falta me haces!
Te llevaba tan adentro
que un poco muero al perderte
aunque sigas viva en mi alma…