¡Yo vi pasar una estrella!
No sé, cuál era su nombre;
disculpen, que yo me asombre,
¡Pero su luz era bella!
Y esa luz que ella destella
es luz que tiene renombre;
ella, solo es un pronombre
y el sustantivo: ¡doncella!
¿Y qué pasó en mis adentros?
Su luz llegó a mi retina,
después de varios encuentros.
Su luz, que fue cristalina,
dejó en mi entraña epicentros
que ondulan mi alma cansina.