Registro la voz
león ciego altanero
tributa sus espliegos dorados
en los palacios del subsuelo marítimo
donde los pájaros anidan con su felonía
la altivez deteriorada de los ruidos disconformes
ante todo, la dicha enumerada, lo palpitante
en un cúmulo de cenizas trituradas
donde los ciempiés bailan al son de la reina madre.
Pies calcinados pies masticados belleza de los soles
registro el eco de un emplazamiento sin sangre
ese titubeo de los metales pesados prosaicos,
en que dejé emético plan, la alternancia eléctrica
de los percheros brumosos.
De la danza eléctrica hasta el turbulento mar: una
falsa odisea que readmite sus sustantivos plegados.
Como unos labios organizados para el beso, suelen
concretarse en mí, bellos los recuerdos, endebles
sus apósitos. Quién debe leerme? Nadie.
Un sustantivo apócrifo o una lateral reminiscencia,
abortan los peligros de cada noche. Mi cuerpo
es mitad de la noche y mitad del día.
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